Son los nuevos conquistadores del reino vegetal y animal. Las especies exóticas invasoras practican el colonialismo por tierra, mar y aire. Aprovechan las redes del comercio legal e ilegal de flora y fauna o simplemente son “polizones” en los medios de transporte que transitan de un continente a otro.
El resultado es que son la segunda amenaza para la biodiversidad del planeta. A pesar de que han hecho de su proceso de adaptación al medio ambiente hospedador un modelo de éxito, se puede mitigar su impacto con métodos de detección temprana como los que científicos y regantes del Alto Aragón han descubierto para luchar contra los siniestros del mejillón cebra en las instalaciones de riego.
Un visón americano, una cotorra verde, el cangrejo rojo americano, la gambusia, el mejillón cebra o la mimosa tienen común que se han establecido a lo largo de la geografía de la Península Ibérica como especies exóticas invasoras. Sus ecosistemas son las víctimas de la expansión de esta amenaza que pone en jaque a la flora y fauna autóctonas. El visón americano compite con el europeo, modifica su hábitat y “deja fuera de juego” al desmán ibérico, el cormorán o la rata de agua.
No solo la voracidad de la especie invasora es el principal riesgo, sino también como vector de enfermedades letales para los animales autóctonos, como los cangrejos de río. El culpable ha sido el cangrejo rojo americano, que como el visón, se escapó o se liberó de la granja de cría. Introducido para devorar mosquitos transmisores de la malaria, la gambusia depreda otros peces, anfibios e invertebrados, a su vez depredadores de estos insectos, por lo que su población no deja aumentar. La suelta del pez mosquito ha producido un efecto radicalmente opuesto.
En un país azotado de forma perenne por los incendios, la mimosa asocia su gran crecimiento a un factor que le beneficia: el fuego. Su raigambre desplaza a especies vegetales autóctonas.
¿La clave de su implacable expansión? Mediante modelos estadísticos, científicos españoles han comprobado unos patrones similares en las especies exóticas invasoras. Las etapas de su “colonialismo biológico” no dependen tanto de su poder de reproducirse como de su estilo de vida y el comportamiento en el nuevo hábitat.
La capacidad de exploración del nuevo territorio, el reparto de episodios reproductivos, el tamaño de las nidadas o el talento para ajustar el comportamiento a las nuevas condiciones del entorno, son factores determinantes que asegurarán el éxito de una especie invasora, según investigadores del CSIC en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, organismo que junto a la Universidad Autónoma de Barcelona ha descifrado las características del ciclo de vida de una especie invasora exitosa. Los pormenores de su estudio se han publicado en la prestigiosa revista Science. Tras su analizar 2.760 especies foráneas introducidas, casi el 50% de ellas se comprobó que habían arraigado con éxito.
Entonces, controlarlas y erradicarlas resulta muy costoso. Cuestan cada año unos 12.500 millones de euros en daños económicos en la Unión Europea. El foco ha de ponerse, según los expertos, en la prevención. Por ejemplo, en predecir cuáles de ellas son potencialmente agresivas y distinguirlas de las inocuas.
La legislación vigente nacional no ayuda en ese sentido. Las organizaciones medioambientalistas lamentan que la modificación de un real decreto en 2013, provocó que el enfoque preventivo de la lista de las más de 200 especies invasivas registradas por entonces se haya quedado en mero catálogo. Solo hasta que se demuestra su impacto, se actúa de forma reactiva.
Tratamientos de choque son los empleados para mantener a raya las poblaciones del mejillón cebra que afectan a embalses, balsas y redes de riego agrícola. Tres cuartas partes de las comunidades de regantes las controlan desecando sus balsas o con sustancias químicas. A su acelerada reproducción se suma su gran capacidad de adaptación al medio: los individuos más jóvenes se enlazan unos con otros hasta formar colonias que llegan a taponar las infraestructuras de riego.
Los métodos preventivos para controlarlas han encontrado la eficacia que científicos de la EEAD-CSIC y Universidad de Zaragoza y la Comunidad de Riegos del Alto Aragón han logrado mediante tecnología de precisión que es el punto de partida de un software que produzca en tiempo real un mapa de la infestación del mejillón cebra. Esto es, medidas de presión y simulaciones hidráulicas para detectar su presencia del mejillón cebra en zonas concretas de un tramo de una red de riego. Está en juego el normal suministro de agua para poblaciones humanas y las zonas agrícolas de regadío.