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La historia del Plan de Riegos del Alto Aragón es la historia de una gran proyecto, de una gran empresa emprendida por un territorio, Aragón, a principios del siglo pasado.

Fue D. Miguel Ravella, desde Barbastro y a mediados del siglo pasado (1855) quien "sembrara" el primer germen de lo que sería este gran proyecto.

La idea de que las aguas puedan llevarse a las llanuras de Almudévar y Tardienta y "más tarde a la región de los Monegros" aparece reflejada en el Plan General de Canales de Riego y Pantanos de 1902, sustentada por el Ingeniero D. Cleto Miguel Mantecón. A partir de aquí, surgen nuevas ideas, entre ellas, el Plan de D. Mariano Lacambra que constituyó el germen del actual sistema. Los ingenieros D. Joaquín Cajal Losada y D. Rafael Izquierdo dieron forma a la idea a través del enlace de las aguas de los río Gállego y Cinca.


D. Francisco P. Romañá y Suari, Barón de Romañá, encargó a los ingenieros D. Félix de los Ríos Martín y D. José Nicolás Sabater la redacción del Proyecto de Riegos del Alto Aragón, quienes lo redactaron basándose en las ideas de D. Rafael Izquierdo. El proyecto fue aprobado, primero técnica y luego económicamente, en 1913.

El entonces Ministro de Fomento, Javier Ugarte, presentó el 1 de mayo de 1914 un proyecto de ley prescindiendo de toda concesión y encargando al Estado la ejecución de las obras, y en virtud de la cual se nombraría una junta compuesta de Senadores, Diputados y funcionarios para resolver si sería más conveniente estudiar un nuevo proyecto o aceptar el proyecto aprobado, pudiendo incluso adoptar otra solución distinta. Este proyecto de ley fue modificado en las Cámaras y finalmente, en 7 de enero de 1915 se promulgó la ley relativa a riegos en el Alto Aragón, encargando al Gobierno la ejecución de las obras con aguas de los ríos Gállego, Cinca, Sotón, Astón y Guatizalema en toda la extensión necesaria para regar las zonas de Sobrarbe, Somontano y Monegros.

En tanto se tramitaba el proyecto de Riegos del Alto Aragón en la Dirección General de Obras Públicas, se aprobó la RO 1 de marzo de 1913 (Gaceta del 24 de abril) según la cual, cualquier concesión que hubiera de otorgarse durante la tramitación del proyecto de los ríos de este sistema, habría de serlos siempre con la condición de "dejar a salvo sin indemnización los derechos de prioridad del proyecto de Riegos del Alto Aragón".


Como se ha apuntado, el Estado Bajo la influencia y presión de las ideas y seguidores de D. Joaquín Costa, asumió la responsabilidad de su ejecución mediante la aprobación de la Lay 7 de enero de 1915 de Riegos del Alto Aragón (Gaceta del día 9 de enero en corrección de errores de la publicación del día precedente). Por la misma se autorizó al Gobierno "para la ejecución de las obras de Riegos del Alto Aragón con las aguas de los ríos, Gállego, Cinca, Sotón, Astón y Guatizalema, en toda la extensión necesaria para regar las zonas de Sobrarbe, Somontano y Monegros". Las obras deberían realizarse en el plazo máximo de 25 años, empezando los trabajos en el primer trimestre de 1915 "cualquiera que fuere el proyecto que en su día acepte el Gobierno para la ejecución definitiva de las obras". Resolviendo el Gobierno "en vista de los informes técnicos y de todos los antecedentes que estime precisos cual sea el proyecto que responda mejor, tanto desde el punto de vista técnico como desde el económico, al fin propuesto".

Por Decreto de 12 de marzo de 1915 (Gaceta del 18 de marzo) del Ministro de Fomento, se asumió por el Gobierno el proyecto que "ya estaba aprobado" por RR.OO de 1º de marzo y 29 de septiembre de 1913. Y en este mismo año se iniciaron las obras del Tramo I del Canal de Monegros "a la distancia de setenta y cinco metros de la carretera de Zaragoza a Francia, hacia el pantano de la Sotonera, en el ´término municipal de la Villa de Almudévar" (Acta de inauguración de las obras de Riegos del Alto Aragón).


La concepción global de Riegos del Alto Aragón, no hay duda que era de gran alcance. Abarcaba ésta a un total de 300.000 hectáreas, de las que 80.000 correspondían al Canal de Cinca y 220.000 al de Monegros (142.000 de ellas al sur de la sierra de Alcubierre). La zona regable considerada se definió en planos y presenta una altura sobre el nivel del mar que oscila entre los 442 metros en la parte más septentrional y oriental, hasta la de 69 metros en el extremo sur, cerca del Ebro.

Son de gran interés las consideraciones demográficas y sociológicas que contiene el proyecto. En concreto, resalta que la población que existe en el cuadrilátero que cierran los canales y los ríos, donde se ha de implantar la zona regable, cuenta con una población (censada en 1910 de 138.359 habitantes (densidad de 21 ha/km2), lo que lleva a los autores a una doble reflexión: la necesidad de acudir a medidas eficaces para vigorizar la socio economía de la zona, por un lado, y la conveniencia de limitar la intensidad de la transformación en regadío, dada la escasa población y sin suficiente preparación.

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Así, la Memoria del proyecto de 1911 expone que: "El ejemplo de lo que se ha hecho en los canales Imperial y de Urgel, y en los riegos del Gállego, nos da, en cierto modo, la medida de lo que puede hacerse en la zona elegida a que este Proyecto se refiere. No puede pretenderse convertirla por entero, como la del canal Imperial, en cultivos perennes, en riego de todo el año, pues la empresa sería impracticable; hay que limitarla principalmente a asegurar los cultivos invernales, y a hacer anuales las cosechas que hoy son, a lo sumo bienales. Faltan, ante todo, para lo primero, caudales, suficientes de agua de río, y el problema del riego, en semejante forma, adquiere tal complejidad que sería temerario acometerlo en tan vasta escala en un país pobre, con población escasa, sin preparación suficiente. Por eso limitamos a 70.000 hectáreas la superficie destinada a cultivos intensivos; a ellas se dedicarán principalmente las de las mejores y más al abrigo de los ríos y vientos, en las proximidades de los pueblos, a cuyas atenciones podrá subvenir en primer término. Dejemos al cuidado de otras generaciones que ojalá no estén muy distantes de la nuestra (y todo hace pensar que así habrá de suceder), el restar a los ríos de la zona y a los riegos establecidos, nuevos caudales de los que hoy se pierden sin aprovechamiento, con los que en lo futuro pueda extenderse más y más el área destinada a los riegos del verano. Al proponerlo así, nos inspiramos en el proceso seguido en la mayor parte de los antiguos regadíos y en el admirable sistema de los perfeccionamientos sucesivos que con tan brillante éxito han adoptado los norteamericanos en la realización de sus principales empresas de obras públicas. Resolver ahora, dentro de los límites de lo posible, el problema de asegurar y hasta cuadruplicar la producción de las cosechas invernales, y de hacer posibles las de verano en una fracción importante de la zona regable, es seguramente el mejor método que cabe aconsejar y que puede seguirse".


En resumen, exponiendo sintéticamente el pensamiento de este Proyecto, el régimen en los años más escasos, era el siguiente: Con el pantano de Mediano, de 102 millones de capacidad efectiva, se utilizarían anualmente 494 millones de metros cúbicos, de los 650 millones que en los años más escasos existen sobrante en el río Cinca, destinando 280 millones al riego de una zona de 80.000 hectáreas de extensión mediante un canal derivado del pantano, capaz para 21,50 metros cúbicos por segundo en su origen, que en las épocas en que no sea requerido por el riego, se emplearía en transportar al pantano de la Sotonera, 214 millones de metros cúbicos, con que completaría la alimentación de este embalse, de 189 millones de capacidad efectiva. Esta se haría principalmente con las aguas del río Gállego, mediante el canal de derivación del Gállego, con una capacidad de 50 metros por segundo, además de lo que proporcionaran los ríos Sotón y Astón, que vierten directamente en el pantano, e indirectamente el Guatizalema por conducto del canal del Cinca. Del pantano de la Sotonera se derivaría el canal llamado de Monegros, con una dotación máxima de 55 metros cúbicos por segundo, y una zona regable de 220.000 hectáreas.

Aún hoy en día sigue asombrándonos el ingente trabajo desarrollado por los ingenieros autores del proyecto y la audacia de quienes plantearon, lo que en la perspectiva de aquella época, pudiera haberse entendido como un sueño irrealizable. Sin embargo, en vez de desecharse por su intrínseca dificultad y enormes exigencia en recursos de todo tipo, defendida por la calidad técnica del trabajo desarrollado y la fuerza de los argumentos empleados, tamaña empresa de vio impulsada por los regeneracionista de la época, asumida por los políticos y se ha convertido con el paso del tiempo en un icono de lo que el empeño de las gentes pude llegar a realizar.


No podemos dejar de loar así la talla profesional de los señores ingenieros D. José Nicolau y D. Félix de los Ríos, y la de su predecesor D. Rafael Izquierdo, al que los anteriores asignan e su proyecto la paternidad de tan ambiciosa idea de los Riegos del Alto Aragón. Ingenieros que, al término de la Memoria del proyecto, expresan un deseo:

¡Ojalá que en su desarrollo todos los que hemos intervenido hayamos acertado, pues así se facilitaría la empresa!