Científicos de la EEAD-CSIC y Universidad de Zaragoza y la Comunidad de Riegos del Alto Aragón han dado un gran paso para controlar con precisión esta especie invasora que impide que el funcionamiento normal de las instalaciones de riego, de cara a evitar tratamientos químicos continuos o de choque. Han combinado medidas de presión y simulaciones hidráulicas para detectar la presencia del mejillón cebra en zonas específicas de una red de riego, un método que es el embrión de un software que produzca en tiempo real un mapa de la infestación de la especie.
Pocas comunidades de regantes han probado en sus instalaciones de riego agrícola los estragos del mejillón cebra. En la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón (Huesca), la plaga se ha desarrollado rápidamente desde 2013 y ya afecta a dos terceras partes del sistema de regadío. Entre 40.000 y un millón de huevos puede poner cada hembra al año. Además, también a su desorbitada natalidad une su gran capacidad de adaptación al medio para su rauda expansión. El mecanismo es tan sencillo como abrumador. Los mejillones cebra más jóvenes se aprovechan de los filamentos que generan para adherirse a cualquier superficie, incluso a sus congéneres, para formar populosas colonias que son capaces de obstruir las infraestructuras de riego, lo que provoca problemas graves de suministro de agua a los agricultores.
¿Se puede eliminar el mejillón cebra?
“Puesto que su erradicación se antoja muy complicada, son necesarias medidas de gestión orientadas a controlar la infestación para poder alcanzar una mejor convivencia con la especie”, afirma los autores de un estudio realizado por la Estación Experimental Aula Dei (EEAD) –CSIC y la Universidad de Zaragoza, y la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón, publicado por la revista Agricultural Water Management en Science Direct. Este artículo se hace eco del desarrollo de un esperanzador método destinado a figurar entre las medidas de gestión para controlar la plaga del mejillón cebra.
Varias estrategias de control se emplean en las infraestructuras de riego agrícola. “Por un lado, la desecación de las balsas de riego parece fundamental. Por otro lado, la inyección de sustancias químicas dentro de las tuberías de riegos se está convirtiendo en una práctica habitual”, se refiere Alfredo Serreta, investigador de la Escuela Politécnica Superior de Huesca y autor participante del estudio. Aunque los tratamientos con peróxido de hidrógeno o con cloro son letales, las inertes valvas del mejillón cebra circulan por las conducciones de agua sin control con el serio riesgo de que “en ausencia de drenajes apropiados, pueden causar muchos problemas al acumularse en los filtros de los hidrantes”, señalan los autores del artículo.
Detección a tiempo
Un 75% de las comunidades de regantes que han logrado controlar la plaga practicaron la desecación de sus balsas o aplicaron tratamientos químicos en ellas. Recubrir las balsas con film plástico (polietileno) parece favorecer el control de la infestación, así como saber exactamente el origen del agua (embalse o balsa).
No solo el efecto de los tratamientos químicos se utiliza como criterio puede categorizar el avance de una plaga del mejillón cebra, sino también el análisis de larvas. El protocolo de Riegos del Alto Aragón fija que por encima de 0,06 larvas por litro en una comunidad tolera la aplicación de un tratamiento químico.
Desde los primeros análisis de larvas en 2013, la evolución de esta especie ha sido imparable en Riegos del Alto Aragón. En cinco años, se ha extendido a unas 80.000 hectáreas, un 66% de la superficie del sistema. Las acciones de control puestas en marcha por Riegos del Alto Aragón han conseguido controlar 23.000 hectáreas, un 29% de la superficie afectada.
El análisis de larvas resulta efectivo, pero hay que detectar la presencia de ejemplares jóvenes o adultos dentro de las tuberías de riego. Hasta ahora resulta muy complicado. “Para resolver este problema hemos desarrollado un método basado en la medida de presión y la simulación hidráulica de las redes presurizadas de riego, que se ha validado en la comunidad de regantes de Collarada Sección Segunda (Montesusín, Huesca)”, afirma Enrique Playán, investigador de la EEAD-CSIC y coautor del mencionado estudio.
Por una parte, hay que determinar el diámetro, la longitud y la cota de las tuberías de la red. Luego, se puede conocer mediante simulación la presión que debería de registrarse en cada punto de la red si solo se toma en cuenta los periodos en los que no se producen aperturas ni cierres de hidrantes. También es posible medir la presión en determinados hidrantes de la red, ya sea manualmente o mediante telemetría.
“La diferencia entre la presión simulada y la medida puede atribuirse a la presencia de colonias de mejillón cebra, que obstruyen las tuberías y provocan una pérdida de carga proporcional al grado de infestación”, indica Mario Morales, investigador del EEAD-CSIC y autor del artículo.
Este método es el primer paso de un software que, conectado al sistema de telecontrol de la comunidad de regantes, produzca en tiempo real un mapa del alcance de la plaga, para que se pueda valorar la necesidad de tratamientos químicos y localizarlos en las zonas más infestadas. A todas luces, se trata de una solución en pos de la sostenibilidad medioambiental y económica de los agricultores.