El principal objeto de la planificación de la campaña de riego es adecuar unos recursos limitados para satisfacer el conjunto de demandas tanto de los usuarios del propio Sistema como externos al mismo, todo ello haciendo prevalecer el concepto de equidad y correcto aprovechamiento del agua, en el marco de los derechos concesionales.
Para ello con anterioridad al inicio de la campaña de riego, y en función del cálculo de previsiones, se aprueban las reglas de reparto de caudales que se tendrán en cuenta, las cuales son aprobadas en Asamblea de Comunidad General. Este reparto debe a su vez ser gestionado por cada una de las Comunidades Ordinarias, una vez conocen el volumen que se les asignará, distribuyendo esta previsión de disponibilidad entre sus usuarios, a quienes a título individual les corresponde las decisiones más convenientes a su explotación.
Hablamos por tanto de un conjunto de decisiones, basado en previsiones, que condicionan el cultivo efectivo que se vaya a desarrollar en cada zona.